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8 de Marzo – DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER TRABAJADORA

Desde la UnTER, la CTERA y la CTA expresamos nuestra profunda convicción para que el próximo 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer trabajadora, sea una jornada de actividad militante por la reivindicación de la dignidad y la igualdad entre los seres humanos.

El 8 de marzo de cada año se conmemora en reconocimiento a la lucha de las mujeres trabajadoras por salarios y condiciones dignas de trabajo.

A la revolucionaria y feminista Clara Zetkin se le debe este Día Internacional de la Mujer, cuando en 1910 propuso  en la Primera Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas,  que se lo instituyera para promover  el movimiento de defensa de los derechos de las mujeres. Una versión asevera que es el 8 de marzo para resignificar el día en que en 1857 mujeres trabajadoras fueron ferozmente reprimidas por reclamar mejores condiciones laborales. La otra plantea que fue en homenaje póstumo y en recuerdo de las 129 obreras carbonizadas en la fábrica textil de Nueva York, a raíz de un incendio que se
produjo luego de que los dueños las encerraran para impedirles  salir a protestar.
Las versiones históricas nos conmueven,  pero el consumismo marketinero, que todo lo trivializa, vacía de contenido un  día que nos interpela como educadoras/es y militantes.

Hoy renovemos:

. Nuestra inquebrantable voluntad política de dar la batalla cultural  por una ciudadanía plena, sin discriminaciones, por la vigencia de los Derechos Humanos para todos y todas: por la desnaturalización de la violencia de género, contra la imagen cosificada que instalan de las mujeres, los grandes medios de comunicación, por la deconstrucción de los estereotipos de género que dañan a la sociedad  sembrando desigualdad e impiden gozar a las mujeres de los Derechos Económicos, Sociales, Políticos, Culturales, Sexuales y Reproductivos.
. El compromiso de generar el debate necesario para la aprobación del proyecto de Interrupción Voluntaria del Embarazo que cuenta con el respaldo de numeroso grupo de diputados y diputadas, levantando la clara consigna de la Campaña Nacional que expresa ” Educación Sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir.”
. En el marco de la Campaña Mundial por la Educación que este año presenta el lema “La educación de las mujeres y las niñas”, nos comprometemos a  impulsar acciones para el empoderamiento  de las mujeres, de las niñas y de las comunidades. Esto significa que, muy lejos del modelo de educación bancaria, tenemos que  adscribir a una “pedagogía no sexista”, que hace del conflicto social una acción intencionalmente pedagógica, y de la escuela un territorio fértil de intervención política.
. La responsabilidad de implementar la Ley de Educación Sexual Integral, aún no asumida plenamente, como un derecho de las y los estudiantes de todos los niveles y modalidades a construir, junto a sus docentes, una sexualidad responsable, plena, sin miedos y tabúes, y de respeto a las diferencias.
Este Día Internacional de la Mujer, como Trabajadoras y Trabajadores de la Educación, sintámonos convocadas/os al esfuerzo constructivo y sumamente revolucionario de crear vínculos de paridad, de auténtica igualdad, y de soñar una sociedad incluyente, solidaria, justa y democrática.

María Cristina Bay.  Cacho Cacopardo.  Secretaría de Derechos Humanos, Género e Igualdad de Oportunidades. UnTER


APORTES PARA TRABAJAR EN EL DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER
 

                                      Mujeres- Silencios- Dictadurra
Un sitio de memoria debería servir como espacio para repensarnos. Un sitio que no decrete sentidos sino que provoque preguntas, relatos e indagaciones. Un sitio disparador de proyectos de reflexión y acción colectiva que multiplique las estrategias de memoria, para que la memoria no sea una sola, en singular, sino que sean muchas las voces y los sentidos. Un sitio en el que los protagonistas de la historia no sean sólo las víctimas, los objetos o testigos directos de la represión, con un recorte temporal que vaya más allá de la última dictadura, para abarcar la complicada historia de las relaciones entre civiles y militares que nos atraviesa como sociedad en lucha. Un sitio abierto, múltiple y en movimiento. Un sitio en el que podamos entrar y participar todos, no sólo como visitantes sino también y, principalmente como hacedores de la historia. Nuestra historia.
 En ese sentido es importante acercarnos a la historia de las mujeres , el silencio y la dictadura.
 En el Archivo Provincial de la Memoria de Córdoba, luego de tres años de trabajo, donde se han escuchado numerosos testimonios de sobrevivientes y se ha acompañado el reencuentro con el lugar de muchos detenidos, nos enfrentamos a la pregunta sobre el por qué de los silencios acerca de los abusos y las violaciones sexuales sistemáticas de  mujeres  y hombres en los centros clandestinos de detención (CDC).
 Es común que, en los testimonios de las mujeres, cuando aparece el tema de las violaciones, pase rápidamente  y se pierda en la totalidad del relato como ” un dato más”. Generalmente, es algo que se dice a media voz, muchas veces con vergüenza. Otras con culpa y pudor.
 ¿ Qué revelan esos huecos y silencios?. Los silencios sobre las violaciones sexuales sistemáticas en los centros clandestinos de detención son necesarios de comprender y analizar. El tabú que gira en relación a esto es, a más de treinta años de la implementación de la dictadura militar, simbólicamente significativo.
 Conocer el silencio, desentrañar el tabú y los modos en que se traducen los abusos y las violaciones en los CDC, impone por lo menos plantear cuales son las experiencias previas y los modelos culturales y morales que impiden que se pueda discutir este tema, sin que genere vergüenza, culpa, incomprensión, sobre aquellos que los sufrieron y padecieron sobre sus cuerpos.
 Lo que hasta el momento no se ha planteado abiertamente y jurídicamente, es la violación como un crimen político. Como un ejercicio sistemático del uso de la crueldad y de la destrucción del otro, con la posesión y aniquilación de su ego civil.
 Por todo ello son muy pocas las personas, mujeres y hombres, que hablan de la violación en los CDC en primera persona. Dicho de otra forma, el yo no puede enunciarse directamente, más que en relación al nosotros, a todos y todas, las que han conocido un mismo destino.
 La violación , si logramos correrla del ámbito de las lecturas morales y la colocamos en el lugar de crímenes políticos, puede pensarse como uno de los ejercicios más eficaces para volver inertes, impotentes, reducidos al estado de vegetales inmóviles, a quienes se teme y considera enemigos. Por otro lado, no importa el número de las violaciones ejercidas, sino los mecanismos que permitan descubrir el velo del tabú que recorre esa experiencia. La pregunta que debemos hacernos es , entonces, sobre los significados de una práctica, y no por las pulsiones que la explicarían.
 Para ello debemos reflexionar sobre el hecho social de la crueldad y del uso político que de ella se hizo y se hace, y más específicamente de la violación y los abusos sexuales al interior de los CDC.
 Pensar la violación como un crimen específico, el crimen de la profanación, que supone el saqueo de lo que es más sagrado a los ojos de la víctima, desde el punto de vista de su cultura.
 Reflexionar, entonces, sobre las violaciones al interior de los CDC, nos obliga a pensar también sobre el problema de la violencia, la crueldad y las relaciones de género y clase social. No es que las prácticas de crueldad extremas, o del empleo sistemático de torturas sexuales sean nuevas o desconocidas, pero , si las iluminamos y las colocamos en el centro de la reflexión, podemos avanzar en la comprensión de ellas como crímenes políticos. Al contrario si seguimos invisibilizándolas y las enviamos al rincón de las vergüenzas, podemos perder de vista cómo las violaciones se hicieron habituales en los programas contemporáneos de represión política, casi normales y por lo tanto sistemáticas.
 En este día queremos realizar desde nuestro sindicato un sentido homenaje a todas las compañeras secuestradas- desaparecidas de la región:

Graciela Seguez, Liliana Piza, Sirena Acuña, Susana Mujica, Cecila Vechi, Alicia Pifarre, Mirta Tronelli, Arlene Seguel, Mónica Morán, Carmen Dellard Cabezas, Leticia Veraldi, María Salto, Mónica Almirón, Ana Perdighe, Victoria Salgado, Graciela Romero.
 
SECRETARIA DE GÉNERO Y DERECHOS HUMANOS UNTER CENTRAL
Elaboración : Cacho Cacopardo
Fuente:Diario de la memoria del Archivo Provincial de la Memoria . Córdoba mayo de 2.010