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Celestino “Chino” Aigo

12/08/76Celestino “Chino” Aigo es secuestrado en Neuquén. Nació en Aluminé el 12/12/53, allí vivió hasta que por trabajo se trasladó a Bahía Blanca, Chile y finalmente a la capital neuquina, donde se radicó con su familia en el barrio Villa Florencia. Se desempeñó como mecánico, empleado, ayudante de pintor en chapa y pintura. Su hermana Teresa lo describió como “un militante barrial que luchaba por la gente que menos tenía”. Sus compañeros cuentan que era un activo defensor por los derechos del pueblo ancestral, por este motivo había participado en reclamos de tierras para la comunidad mapuche de Aluminé.

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El 11/12/13, Teresa Aigo dio testimonio en la audiencia en el Juicio la Escuelita III de Neuquén. Teresa tenía 14 años en agosto de 1976, cuando militares armados y encapuchados golpearon la puerta de su casa del barrio Villa Florencia, donde vivía con sus padres y sus hermanos Elsa y Celestino. El miedo los paralizó y al no responder, los encapuchados derribaron la puerta y entraron poniendo un arma en la cabeza a cada persona que había en la vivienda. Les gritaban y los amenazaban con matarlos si no se callaban. Solo uno de los militares dejaba ver su rostro, “un hombre de rostro blanco y redondo”, recordó Teresa, aunque nunca pudo ser identificado.

Fueron directo al esposo de Elsa, Juan Alberto Manque Ñanculef, y le preguntaron su nombre. Luego hicieron lo mismo con Celestino. “Así que vos sos el famoso Chino”, le dijeron. Inmediatamente se escuchó “un culatazo o un golpe contra la pared”, relató Teresa, “se lo llevaron y esa fue la última vez que supimos algo de él”.

Aunque su testimonio ya había sido tomado en el juicio anterior, Teresa volvió a relatar ante el tribunal lo acontecido esa noche de 1976. Recordó la depresión que sufrieron sus padres y la intensa búsqueda sin respuestas. La tristeza pudo y nueve meses después, terminó con la vida de su padre.

La búsqueda por las comisarias, el Batallón 181 y las morgues fue inútil. Celestino nunca apareció. Teresa era muy chica y tardó en comprender lo que había ocurrido, pero entendió que su hermano quería “un futuro mejor”.

“Sigo esperando justicia”, dijo la hermana de Celestino ante el tribunal, “mi madre tiene 91 años y sigue esperando justicia, el 12 de diciembre es el cumpleaños de Celestino, todas las navidades lo espera, tiene la esperanza de que algún día va a aparecer antes de que ella se vaya”. Concluyó su testimonio, exigiendo justicia. “Estos señores me quitaron todo lo que yo amaba, destrozaron mi infancia y mi familia, me quitaron todo, no sé qué más puedo decir”.


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