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Julio Isabelino Galarza

Julio Isabelino Galarza. Nacido el 9 de julio de 1943 en Santa Fe, tenía 34 años, estaba casado y tenía un hijo. Fue secuestrado el 1/12/77, en Cutral Có, Provincia de Neuquén.

Ingresó a YPF el 27/09/65, trabajaba en el Campamento Central de Plaza Huincul y fue dado de baja por “Abandono de Servicio” el 15/06/76. La razón por la debió abandonar su trabajo fue que –luego de enterarse del secuestro de una compañera– logró huir de un operativo represivo, donde las fuerzas conjuntas del Ejercito, la Policía Provincial y la Federal, secuestraron alrededor de una veintena de jóvenes, muchos de ellos miembros del grupo de teatro “Génesis”, estudiantes de la Escuela de Servicio Social de la Universidad Nacional del Comahue y/o trabajadores de YPF (como Carlos Chaves, Miguel Ángel Pincheira, que continúa desaparecido, Francisco Tomasevich, Emiliano Cantillana, Aurelio Méndez, los tres últimos son sobrevivientes de la dictadura). Sin embargo, en diciembre de 1977 no pudo eludir el cerco de la represión, fue detenido y, desde ese momento, continúa desaparecido (Legajo CONADEP 5694 / Legajo YPF: 82739).  


 Testimonio de su esposa Raquel Perazzo de Galarza en desaparecidos.org

“Julio era un muchacho reservado y tranquilo. Trabajaba en YPF y sus destinos siempre eran Catriel, Rincón o Plaza Huincul. La vida en campamentos le hacía valorar más el ambiente de este hogar, siempre esperado, siempre recibido con sencilla alegría. Y esta familia era particularmente afectuosa y alegre. Siempre estábamos los amigos pasando por allí sin aviso previo, a cualquier hora, y el mate con torta o el plato en la mesa se servía sin preguntar.

Era compañero de trabajo de Rodolfo Marinoni, también desaparecido, con quien compartía recetas de cocina y el entusiasmo por los temas de política, por la cual se enzarzaban en vehementes discusiones.

Julio vivió este cambio de vida (el matrimonio) fascinado, a menudo me lo decía. Mi embarazo, las tareas de la casa, las compras en la Proveeduría de YPF que hacíamos juntos los sábados en la mañana.

Cuando nació nuestra hija, deseaba que pasara algún amigo, para mostrarles la nena, para presentarnos, con orgullo.

Cuando el cerco se estaba estrechando en torno a su grupo de militancia, con varios compañeros secuestrados, yo le pedí que abandonara todo y nos fuésemos a un pueblito de Santa Fé donde él había nacido, y en el cual aún vivía su padre. Me contestó que si hiciera eso, el día de mañana ni yo ni su hija lo íbamos a respetar.

Hace tres años mi hija se hizo el análisis de ADN en Buenos Aires, en el Equipo de Antropología Forense, yo la acompañé, y ahí nos enteramos que existían testimonios de sobrevivientes que habían visto a Julio en el centro clandestino El Vesubio. Es todo lo que sabemos. Los desaparecidos de ese centro tuvieron como destino, en su mayoría, los vuelos de la muerte. Desde que tuve esta información, una imagen muy fuerte y persistente me venía a la mente. Sentí un alivio cuando pude escribir esta especie de homenaje, que por primera vez comparto con alguien”.


Notas y Fuentes Relacionadas