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Oscar Luis Hodola y Sirena Acuña

12/05/77. Oscar Luis Hodola y Sirena Acuña

Oscar nació el 12/10/49 en Plaza Huincul. Su papá se llamaba Alberto y era empleado de YPF. Irma Quijada, su mamá, tenía la academia de dactilografía “Santa Teresita”, donde a su vez enseñaba catecismo a los chicos, en Barrio Central, donde vivían. Oscar es el segundo de cuatro hermanos. Fue a las Escuelas 22 y 133 de Plaza Huincul.  En 1969 recibió la sotana habiendo sido ordenado diácono un año antes. Sin embargo, decidió no continuar el sacerdocio y convertirse en obrero. Trabajó en la llamada “Obra del Siglo”, El Chocón, en donde convergen personas de distintas provincias, incluso de otros países. Por las condiciones laborales que allí se padecían, se hace una huelga en donde participa Oscar y con la intervención del Obispo de la provincia, Don Jaime de Nevares, se logran las mejoras atenuando el conflicto. Trabaja en la Empresa Pilas Vidor, en Neuquén Capital y después en YPF en el área Sistemas de la empresa. 

Habiéndose nutrido desde su infancia con una actitud solidaria, educación que sus papás inculcaron, y siendo formado en Colegios Salesianos, su compromiso con el pueblo y por él, al conjunto de la sociedad, no puede ser menor en pos de mejorarla.

Los encuentros entre profesionales médicos, maestros mayores de obra y letrados con vecinos de barrios de Cutral Có, (Peñi Trapún, Pampa) buscando que reciban conocimientos primarios, como por ejemplo, prevención de la violencia familiar; atención básica ante accidentes domésticos, hablan de su compromiso. 

Sirena Acuña, hija de Ana Rosales y de Alejandrino Acuña, nació el 22/10/51 en Plaza Huincul y era la quinta de nueve hermanos. La primaria la hizo en la escuela 22. Le gustaba trabajar los bordados, tejidos y también la peluquería. Creció en Barrio Central y allí estudió dactilografía en la academia Santa Teresita, donde, ya adolescente, se cruzaba con el hijo de la profesora cuando venía del seminario por unos días. Era Oscar Hodola y ya en el año 71 formalizarán el noviazgo. Sirena trabajó en comercios sobre la calle Roca de Cutral Có. Junto a Josefa, hermana de Sirena, tomaban el colectivo en el barrio para ir a trabajar.

El 2/09/75 nació el hijo de Sirena y Oscar, Pablo Marcelo, y en un primer momento levantaron una casita prefabricada con la ayuda de hermanos de Sirena y otros de Oscar, en la parte de atrás de la casa de los papás de él, en el Barrio Soufal de Plaza Huincul, sobre la calle Cerros Colorados. Desde que nació su hijo, se dedicó siempre a él y a acompañar a Oscar en las actividades comunitarias que hacía. Quería un mundo distinto. 

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Pablo Hodola participó de varias audiencias en el Juicio a los genocidas que actuaron en el Alto Valle de Río Negro y Neuquén, denominado La Escuelita II. En la nota “No tengo odios ni perdón”, publicada en el diario Río Negro el 3/06/12, Pablo comentó que “(…) a la noche del 15, madrugada del 16 de noviembre de 1976, sus padres estaban en el hospital, donde él estaba internado con bronquiolitis, y se enteraron que en la casa “hubo un operativo con gente de civil. Mi abuela, años después, creyó reconocer a Gómez Arenas”, en referencia al jefe del destacamento de Inteligencia 182, uno de los principales responsables del funcionamiento de “la Escuelita” de Neuquén. Añadió que a partir de esa noche “mis papás, y de hecho también yo, pasamos a la clandestinidad”. Del hospital en Cutral Có sus padres se fueron a La Plata y luego a Moreno, donde su padre Oscar “había recibido la sotana en 68-69, porque era ex seminarista”. Relató que la noche del 12 de mayo de 1977 hombres armados que bajaron de un Falcon entraron “en una casa operativa del partido, porque ellos eran del PRT –Partido Revolucionario de los Trabajadores– y secuestraron a mi mamá y mi papá”. Pablo tenía un año y ocho meses y el grupo de tareas lo dejó en casa de una vecina. “Este juicio es una reconstrucción de lo sucedido, de la militancia y del compromiso de alguien a quien nunca voy a conocer. Es lo que me reconforta”, dijo Pablo.

En el límite entre Cutral Có y Plaza Huincul hay un monumento a la memoria. Allí figuran en las placas los nombres de Oscar y Sirena, entre otros. También se repararon y entregaron los legajos laborales de los 42 trabajadores de YPF detenidos, desaparecidos o asesinados entre 1974 y 1983, entre los que se encuentra el de Oscar Hodola. En los archivos de la petrolera se lee la verdadera condición de “detenido-desaparecido” de los trabajadores, muchos de los cuales figuraban como “cesanteado”, “renunciante” o “fallecido”. 

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